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Actualidad

El cambio de régimen hace «desaparecer» a 362 empleadas del hogar en dos meses

20 de Marzo de 2012

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Al empleo no sólo sumergido, sino invisible, de la mayor parte de las trabajadoras del hogar le va a costar aflorar. Con el nuevo año este colectivo ha dejado atrás un régimen especial de condiciones laborales y cotización cuyo repaso sonroja incluso en los tiempos que corren. Ahora pasan a formar parte del Régimen General de la Seguridad Social, el de la inmensa mayoría de los trabajadores por cuenta ajena. Un logro histórico, pero con muchos matices. Este colectivo, mayoritariamente femenino y con un fuerte componente de inmigración, está en la práctica muy lejos de lograr la equiparación con el resto de los trabajadores regulados. Pero es un paso.

Está por ver ahora si es positivo o va a hundir aún más en el pozo de la economía sumergida a las trabajadoras del sector, aun antes de conseguir una equiparación real en sus derechos. De momento las cifras dejan un «ya veremos» en la boca de todas las partes implicadas. Desde el 1 de enero quienes tengan empleadas del hogar, sea por el tiempo que sea, deben contratarlas a través del régimen general, cotizar por ellas, darles sus nóminas y pagar extras y vacaciones.

Al límite. Tanto desde la Seguridad Social como desde los sindicatos se reconoce que ya que el periodo transitorio de adaptación es de seis meses, la mayor parte de las contrataciones se realizarán a finales de junio. De momento lo que hay son muchas dudas. Las consultas en organismos oficiales y centros de apoyo se cuentan por cientos. Miguel Ángel Álvarez, director provincial de la Tesorería de la Seguridad Social, señala que el «máximo histórico» hasta ahora se alcanzó en enero: 475 consultas sobre el tema en un sólo día.

Y es que ahora se exige a las familias que actúen como empresas, aunque sea por un servicio mínimo a la semana. A la espera de ver cómo se concretan los datos finales, en los dos primeros meses de la nueva norma 362 empleadas del hogar han «desaparecido» del régimen especial. Pero no parece que ni estas ni las 2.500 que se calcula que trabajen sin contratos, ni el resto de las 2.386 que a finales de año cotizaban en el régimen anterior, hayan dado «señales de vida» en el régimen general, que en enero descendió en 1.984 personas en la provincia, aunque recuperó 800 en febrero.

Álvarez asegura que es imposible saber si las casi 400 trabajadoras que han causado baja en el régimen anterior han pasado al general, aunque lo considera poco probable porque en general sigue destruyéndose empleo. «Si el colectivo legalizado, y sobre todo el sumergido, afloraran, en el régimen general el crecimiento sería mayor».

En enero el Régimen Especial de Empleadas del Hogar cerró en León con 2.132 cotizantes, frente a los 2.361 del mes anterior. Descendieron en 127 las trabajadoras fijas (1.726 en diciembre) y en 55 la discontinuas (las que trabajan en distintos domicilios, 660 dadas de alta antes de que entrara en vigor la nueva norma). La evolución en febrero ha sido similar, con 180 afiliadas menos.

Los sindicatos calculan que si se sumaran a estas empleadas «visibles» las que trabajan en la economía sumergida, el colectivo sumaría unas 5.000 personas en León (30.000 en el total de la Comunidad y más de 700.000 en todo el país, de las que sólo 300.000 cotizan).

Prestaciones. Las prestaciones que recibe este colectivo en su parte «visible» dan buena muestra de que se trata de un sector desprotegido y minusvalorado: la Seguridad Social dedica mensualmente en León 1,668 millones de euros a las 2.169 pensionistas del régimen de empleadas del hogar, de las que 1.862 están jubiladas. Cobran una pensión media de 489,02 euros al mes, «muy bajas en comparación con otros regímenes», reconocen desde la propia Administración.

También es verdad que la crisis ha hecho mella a la hora de disponer de servicio doméstico: en un año, según la Encuesta de Población Activa, 64.000 hogares en todo el país han prescindido de estas trabajadoras.

Lo cierto es que, más allá de las tareas del hogar, la dedicación en realidad de buena parte de este colectivo al cuidado de niños y ancianos las convierte en una parte del engranaje de la sociedad sin cuyos cuidados las cosas no podrían funcionar.

Pero los «minijobs» y otros reflejos de baja consideración laboral (también social) no son ajenos a un colectivo para el que ahora se exigen mínimos que los sindicatos califican de históricos, pero que están aún muy lejos de los de la media del resto de los trabajadores. El eslabón más desprotegido (según coinciden administración y sindicatos) del mercado laboral da un paso al frente con la nueva norma. Y confía en que no se traduzca en un paso atrás, que las condene a estar todavía más sumergidas.

Fuente: Diario de León

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